Parte de Rueda y acaba en Ribera, pasando por Rioja o Ribeiro. La colección de vinos de finca de Carlos Moro permite disfrutar de un viaje sensorial por seis de las denominaciones más importantes de nuestro país. Un viaje contado por él mismo a través de sus vinos de pago, los más personales, puesto que los trabaja muy de cerca. Hoy los ha presentado en un evento en Madrid de la mano del chef vallisoletano, Javier Peña.
El presidente de Bodegas Familiares Matarromera ha elaborado sus vinos más especiales desde hace décadas bajo su marca. Estos vinos de autor reflejan su compromiso con la búsqueda de la excelencia enológica y su pasión por el terruño.
El proceso de creación de un vino de autor, como el propio Carlos Moro cuenta en su último libro Pasión por la tierra, pasión por la empresa, empieza eligiendo una viña que, por algún motivo, es especial. Estos vinos proceden de fincas excepcionales, que aportan a los vinos una singularidad única.
El primero de ellos fue el Carlos Moro Finca Las Marcas, de la Denominación de Origen Rueda, un verdejo fermentado en barrica de una finca de suelo arenoso en Villalba de Adaja (Valladolid). En el caso de Toro, estamos frente a una parcela de 130 años con unas calidades excepcionales que se transforman en el Carlos Moro Finca Valmediano. Del paraje de Valdehierro, en Cigales y de la finca del mismo nombre llega precisamente el Valdehierro. Para el de la D.O. Rioja, Carlos tiene palabras especiales: “Pago Viña Garugele es un viñedo centenario que, como todos, se elabora de forma separada y sigue un protocolo muy especial. Pero este vino, en concreto, es un vino de una calidad excepcional, rico, intenso, sabroso, largo, mineral”. Cabe destacar que este viñedo fue certificado como Singular por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el pasado mes de julio.
Carlos Moro tampoco oculta su pasión por Galicia, donde encontró el pago San Cibrao, a orillas del río Miño, y de donde surge Carlos Moro Finca San Cibrao.
Por último, Carlos Moro concluye este viaje en la Ribera del Duero, tierra que le vio nacer, donde el Picón de Zurita hace las delicias de los paladares más exquisitos.